Tejidos como la película lagrimal, la córnea, el cristalino y le humor vítreo, cobran importancia en los cambios de visión que tiene el paciente, los cuales pueden iniciar con visión borrosa intermitente. En este sentido, el optometrista debe ampliar su protocolo de atención, con la finalidad de que se descarten, además de la preocupante retinopatía diabética, alteraciones como el ojo seco, el edema corneal, la presencia de cataratas o la hialosis asteroidea. Condiciones que modifican progresivamente la visión de los pacientes.

De la misma forma, es conveniente ampliar la comprensión de los síntomas visuales de los pacientes diabéticos o con factores de riesgo, ya que la visión borrosa y la sensación de deslumbramiento podrían ofrecer información que ayude a una terapéutica temprana, el control de su enfermedad y/o diagnóstico de la misma.

Finalmente, es vital comprender que al enfrentarnos a una enfermedad crónico – degenerativa, las fluctuaciones fisiológico-patológicas siempre estarán presentes. Por lo que conviene recomendar evaluaciones frecuentes aún cuando el paciente controle su enfermedad.

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